Después de aterrorizar las salas de cine, 'Expediente Warren: El último rito' ya está disponible en HBO Max, marcando (¿o no?) el final de una era para los investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren. Pero, ¿realmente es el último capítulo? La respuesta, como suele suceder en Hollywood, es un tanto turbia.
Un Ritual Que Se Niega a Terminar
Si bien 'El último rito' se presenta como un cierre simbólico, la maquinaria de Hollywood rara vez descansa. A pesar de las promesas de un final definitivo, el Warrenverso ya se está expandiendo con una precuela y una serie en el horizonte. Esto no es sorprendente, considerando el éxito masivo de la franquicia, que ha recaudado millones de dólares en todo el mundo.
En esta entrega, dirigida por Michael Chaves, los Warren se enfrentan a un caso particularmente escalofriante basado en el Embrujo de los Smurl. La historia, ambientada en 1986, sigue a una familia aterrorizada por violentos poltergeists, incluyendo la posible presencia de un súcubo, un demonio que se alimenta del deseo sexual. La película, sin embargo, opta por suavizar algunos de los aspectos más controvertidos del caso real, centrándose en la violencia física y la tensión emocional.
Más Allá del Terror: ¿Qué Ofrece 'El Último Rito'?
Si bien el terror es el plato principal, 'El último rito' también explora la relación entre Ed y Lorraine Warren, mostrando su dedicación a su trabajo y el impacto que este tiene en sus vidas personales. La película intenta equilibrar los sustos con momentos de vulnerabilidad, aunque algunos críticos señalan que la artesanía del horror de James Wan, director de las primeras entregas, se echa de menos.
- ¿Es 'El último rito' un buen final para la saga?
- ¿Cómo se compara con las otras películas del Warrenverso?
- ¿Qué podemos esperar de la precuela y la serie en desarrollo?
Solo el tiempo dirá si el Warrenverso puede mantener su atractivo a largo plazo. Por ahora, 'El último rito' ofrece una dosis de terror para los fanáticos del género, mientras que la promesa de nuevas historias mantiene viva la llama de la esperanza (o el miedo) para el futuro.