Independiente Rivadavia escribió una página dorada en su historia, consagrándose campeón de la Copa Argentina en una final no apta para cardíacos frente a Argentinos Juniors. Sin embargo, el camino a la gloria estuvo plagado de obstáculos, incluyendo dos expulsiones que pusieron a prueba el temple del equipo mendocino.
Expulsiones clave que marcaron el partido
El partido, disputado en un estadio neutral, se vio marcado por las expulsiones de Maximiliano Amarfil y Alejo Osella. Amarfil vio la roja justo antes del final del primer tiempo, dejando a Independiente Rivadavia con diez hombres. Ya en el tiempo de descuento, Osella también fue expulsado, obligando al equipo a afrontar los minutos finales con nueve jugadores.
Amarfil: Una expulsión que complicó
La expulsión de Amarfil, por doble amarilla, llegó tras una dura infracción sobre Hernán López Muñoz. El mediocampista, que ya había sido amonestado previamente, cometió una falta que el árbitro Nicolás Ramírez no dudó en sancionar con la segunda tarjeta, dejando a su equipo en inferioridad numérica durante gran parte del encuentro.
Osella: Otra baja sensible
La expulsión de Osella, también por doble amarilla, se produjo en los minutos finales del partido. Con dos jugadores menos, Independiente Rivadavia se vio obligado a replegarse y defender con uñas y dientes la ventaja que había conseguido. A pesar de los esfuerzos, Argentinos Juniors logró empatar el partido, llevando la definición a los penales.
La gloria desde los doce pasos
A pesar de las adversidades, Independiente Rivadavia demostró su fortaleza mental y se consagró campeón en la tanda de penales. El arquero Gonzalo Marinelli se convirtió en el héroe de la noche, atajando un penal clave que le dio el título al equipo mendocino. La victoria desató la euforia en Mendoza y marcó un hito en la historia del club, que jugará la Copa Libertadores 2026.
Este triunfo épico demuestra que, a pesar de las dificultades y las decisiones arbitrales controvertidas, el espíritu de lucha y la determinación pueden llevar a la consecución de los sueños. Independiente Rivadavia, con nueve jugadores y un corazón gigante, se consagró campeón de la Copa Argentina, demostrando que en el fútbol, como en la vida, nunca hay que rendirse.